miércoles, 18 de marzo de 2015

ANOTACIONES PARA UN FUTURO ARTÍCULO SOBRE EL MAL EN NUESTRA SOCIEDAD

El gran error de nuestra sociedad brevemente lo digo, es fundamentarse en la ética deontologíca del bien, de establecerse mediante su uso de la ética que sus buenas acciones son moralmente correctas, justas, ende buenas. 

Toda justificación procede de un rechazo por parte de un contrario, por lo tanto no habrá justificación sin una opinión en contra, por lo tanto nunca se podrá determinar la corrección de una forma de obrar por parte de un individux.

El gran error a mi juicio es reafirmarnxs en la creencia de que lo que hacemos moralmente está bien, porque lo que hacemos lo hacemos buscando el aprobamiento de una sociedad en concreto siguiendo la regla del utilitarismo, obviamos el daño que causamos a las minorías, y las alejamos de nuestro bien en pro del bien común.

Entendemos como mal -lo que el otrx nos hace- en cuanto perjudica nuestros intereses, y moralmente debe de ser sancionado, castigado. Es nuestra forma de entender el bien, entenderlo siempre y cuando no viole nuestrxs intereses egoístas. Pero sin embargo mediante esta idea del bien absoluto justificamos la aplicación del mal como consecuencia de este sobre aquellxs que perjudican a lo moralmente establecido como -correcto-

El mal reside en todxs nosotrxs, somos malos por naturaleza porque gozamos haciendo uso del mal en pro del bien. El bien es la justificación de nuestros pecados, es nuestro Dios ante quien estamos salvados de su ira llamada arrepentimiento. Somos pues, seres egoístas por naturaleza, toda nuestra sociedad lo es, el Bien es egoísta, todo tiene pues, un precio.

Una sociedad que moralmente inculta a sus individuos en la creencia de estas premisas es una sociedad en perpetua guerra, en perpetua desestabilidad interna. Los pequeños intereses siempre van a más y con ellx la codicia de quienes los obstentan. Ninguna guerra humana será por interesés morales ya que la propia humanidad se habrá encargado de eliminar tales justificaciones. Con el interés moral perderían sustento los codiciosos y la historia bien nos ha enseñado que eso no puede ser.

Somos asesinos en potencia, hemos de aceptarnos como lo que somos, seres en guerra perpetua, dispuestos a matarnos entre todxs si no hubiera leyes que regularan tal derecho, y gracias al cual yo os mataría a todxs si pudiera disponer de un buen fajo de billetes, por la vía legal, por la vía mediante la cual la justicia me ampara, porque opero bajo el Bien como forma de justificar mis acciones.

Nos enseñan que las leyes ayudan a evitar más muertes, pues lo contrario sería anarquía, caos. Pero sin embargo y me pregunto:¿Que pasaría si no existiera la ley como tal, la ley que prohibe, la ley que impera una conducta sobre otra, la que estipula lo que está bien y lo que está mal, sería mejor o peor? Y respondo a esta simple pregunta: Las leyes reprimen, ahogan nuestras ansias de individualidad, de realizarnos como personas, y el mal en la naturaleza humana es un instinto, un instinto demasiado dulce como para no transgrederlo y abrazarlo. Si aceptaramos nuestra condición maligna sin ninguna moral que lo estableciera como negativo, no existiría esa doble moralidad de creernos buenos y en el fondo ser malos. En una sociedad sin normas tal reconocimiento no tendría lugar, porque no habría justificación posible de una acción sobre la moral, y la esencia del mal reside en eso mismo, en justificarse como bien, bajo -lo que es justo, lo que debe ser-

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