sábado, 4 de agosto de 2012

COMO SER VERDADERAMENTE REVOLUCIONARIOS



Más allá en el viejo camino, entre la guerra y la paz, entre el bien y el mal, la Luna mira, Júpiter mira, las Pleyades están ahi, las siete hermanas Maia, Electra, Alcione, Taigete, Asterope, Celaeno, y Merope, todas las estrellas están ahi. Amanece, no puedes ver el Sol, pero intuyes un brillo especial a medida que caminas, en la oscuridad, y vuelves a verles, a aquellos que ya no están aquí, pero ya no tienes miedo, y ves en sus ojos el dolor que sientes por dentro, el pasado que te mata, de una vida de pena. Quieres huir, pero no hay nadie, vayas donde vayas, te seguirán, y nada podrás hacer. Entonces te das cuenta de que para caminar has de perdonar, has de amar lo bello que te rodea, no tienes nada de lo que castigarte, eres un ser humano, y debes de dejar de fustigarte, tienes que ser feliz, y lloras. Lloras de felicidad al verte como a un niño, como a ese chavalillo que hace tantos años, pasados, alejados en las orillas del recuerdo, eras...Porque una vez sonreiste, tuviste inocencia, no eras duro, no tenías miedo, pero tampoco orgullo, simplemente vivías, y amabas, amabas a todo porque todo era no perfecto ni viceversa, todo era todo, porque todo estaba y esta ahí, tiene un porqué, y deja una resonancia espiritual, una armonía. 


Y decides descansar, porque te sientes cansado, pero no cansado para descansar, si no para aliviar y apreciar, escuchar a la madre Tierra, amarla, porque lo sientes y está ahí, no tiene por qué, pero sí tiene esencia, mucha esencia, una imanencia espiritual de conectarte con el Todos y la naturaleza de las cosas, su sencillez, su constante y eterno fluir. Y cuando nada tienes en la mente, solo amor, oyes, oyes cosas que solo pueden ser oidas con el corazón. Ves a las pocas hormiguitas que caminan al despertar del alba, las contemplas como van trazando un camino de olores químicos para que sus compañeras después las sigan, en soledad cumpliendo su deber. Y las sientes, sientes una compasión interna muy fuerte, te encariñas con ellas, y ves que su grandeza no reside en su tamaño, pues son pequeñas, ni en su minusculo sistema nervioso, más bien en su nobleza, en su inteligencia, y comprendes pues, que hay una inteligencia que nos liga al Kosmos, basada en percibir, en no la cantidad de la información, si no en el presente, pues ves que si ellas al igual que alguien que escala, si dan un paso en falso, puede resultar con su fatal muerte, si no viven el ahora, pues el ahora es el mayor regalo que esta vida nos ha podido dar. Y las amas, y lloras ante ellas, preguntandote por qué podemos hacer tanto daño a lo que nos rodea; como podemos estar tan ciegos en vivir obsesionados con prender fuego al  mundo, cuanto menos, refrescar nuestros corazones del agua que mana de él: para qué tanto poder, para qué tanto, si tanto nos conduce a la gran miseria de vivir amargados, de estar temerosos ante los demás, de no poder apreciar la verdadera naturaleza de las cosas. Y es que palabras pocas y sentimientos muchos, y no atisbo a entender como intentamos mirar tan lejos, cuando en realidad, la belleza se encuentra ante nuestros pies, en el suelo, en las hormigas, que caminan porque tienen que caminar, no cuestionan nada porque entonces no vivirían. Por supuesto, ante las estrellas, ante la Luna, intenté amarla, la dí mi compasión, y me compasioné con mi alma, hallé la paz y no vencí, si no que aparte al rencor, a la ira, al miedo...de mi camino. Pues nada puede ser desterrado, porque nada pertenece a la nada, todo vive en un no lugar constante, en un presente transitorio, pero sin embargo, la luz y la oscuridad que fluye, eso queda y ende se esparce, Se esparce por nuestro pasado, por las neuronas y los dos hemisferios cerebrales, y nos permite perdonar, si no lo hacemos viviremos aferrados a ello, nuestro día a día será como la carga de Atlas, cargar sin sentido con un mundo en un no lugar, pudiendo dejar al mundo al igual que al pasado allí, tan solo llevarnos, traer al presente lo mejor de ese ayer y no rememorarlo como un ayer, si no como un ahora. La luz se esparce por nuestro presente, permitiéndonos amar, y no debemos intentar atrapar a la luz, no podemos, es como agitar los brazos intentando agarrar algo in-etéreo, in-sustancial, tan solo nos desgarramos los brazos, hemos de dejarla fluir por todo nuestro ser, sin preguntas, solo percibiendo y sintiendo la felicidad. ¿Y la luz del futuro? el futuro es un engaño. Cuando pensamos en el futuro una parte de nuestro yo se desliga, llega a él, desde el instante en el que pensamos lo que nos puede pasar, ya hemos creado un sentimiento, una desgracia, ya hemos creado al destino, he inevitablemente caminaremos hacía él si nuestras emociones son negativas. En cambio, si creamos un clima de paz, entonces nos reconciliaremos con nuestro yo más profundo, con las moiras que tejen el mañana, daremos completa confianza a nuestro presente, amaremos y pelearemos a la vez. Y por supuesto, terminé deseando buen camino, paz y prosperidad a esas hormigas, nunca más las volvería a ver, a imanencia con las que compartí, no a su plural, si no por decirlo de algún modo, a Andrómeda y a Kalisto, y a un tercero al que llamé Prometeo, estaba solo, desligado de sus compañeras, pero él seguía, seguía solo, pero seguía...


Y ese es el mensaje de una revolución...


Ahora mismo vivimos llenos de conocimientos, de tanta información que en sí no vale para nada. Creemos que teniendo mucho seremos algo, cuanto menos no nos vamos a llevar nada cuando nos vayamos de este mundo. Y en vida, en vida solo ansiamos, anhelamos el poder, y la pregunta: ¿para qué, para qué tanto, si nada conduce a nada, solo al odio? ¿acaso no ve la raza del hombre que no esta preparada su mente para poseer tanto, que es su innata codicia la que le ciega, la que incapacita para tal fin? ¿que todas sus acciones, sus enemigos externos a los que con fe dice combatir, forman parte de él? pues es que lo que nos rodea, reflejamos lo que sentimos, y nunca lo querremos asumir. Cuanto menos, necios de nosotros y de la pobre gran madre, por pereza diremos que está ahí, pero a la hora de la verdad nos negaremos a ello, nos refugiaremos en nuestra codicia, y mientras seguirá habiendo llantos sobre el cielo, sangre de inocentes. Y solo hablamos de hacer un cambio cuando nuestro ego peligra, el poder puede desaparecer, y es que ahora estamos peleando por el odio, entre nosotros nos odiamos, nos hemos unido para cazar a la presa, que sin embargo, lista ella del ciclo de la vida, se multiplicará cuando por nuestra vanidad, obtengamos una pequeña recompensa, y seguirá ahí, y nada habrá cambiado, tan solo nos habremos matado entre nosotros, por poseer el botín. Pero el ahora es que somos conscientes de que si estamos hablando de ello podemos hacerlo, podemos girar la rueda de la Historia, evitar que se repita, y cierto es, que vana ilusión es. Pero por mucho que digamos, no sabemos lo que el mañana nos acontece, podemos cambiarlo si cambiamos nuestra imanencia en el ahora, tan solo hemos de hacerlo, porque como las hormigas de las que he hablado, no hay que cuestionar por qué esto se hace, o por qué se camina, el verdadero sufrimiento no está en el camino, si no en el alma, en el alma que no se renueva, que se apega a lo viejo, y se pudre por dentro. 


¿A dónde quiero llegar con tantas palabras? La verdad es que a ninguna parte, no quiero, me niego a seguir un camino recto. Tan solo puedo decir, que si hay que llegar a algo, es a la vía de todos los caminos que conducen al amor. El amor sin dejar de dar ni de recibir, simplemente dejándolo fluir por todo nuestro cuerpo. Mediante la compasión, el perdón, hallaremos aquello por lo que tanto nos hemos odiado y hemos justificado trapos y tierras llamadas naciones por el ego y la avaricia humanas, tiñiendo a las bellas flores, regando los campos y coloreando el Sol gracias al cual nos levantamos cada vera mañana, DE SANGRE...







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