lunes, 23 de julio de 2012

ÚLTIMA CRÓNICA DE LA NOROESTE...¡Y LLEGAMOS A MADRID!+REPORTAJE FOTOGRAFÍCO


Este capítulo fue el primero que escribí tras haber preparado las notas que publicaré aquí como recuerdo en la próxima entrada mediante entradas, cuando decidí animarme a escribir el libro, con el cual desarrollé una idea que tuve desde que comencé este viaje, y que ahora terminada esta etapa de mi vida, he decidido plasmar mediante estas palabras. Ahí van mis palabras arrojadas a la mar de los recuerdos...

Un día ha pasado desde que todo esto terminará, desde que la compañía se escindiese y cada miembr@ de esta regresará a su hogar, a continuar el camino propio de su existencia. Es cierto que solo ha pasado un día, pero un día que rememoro con especial atención, pues es cuando comienzo a ser consciente de lo que hemos hecho, de tantas experiencias vividas, de tantas personas con las que hemos compartido una esencia, más allá de eso, un camino...Gracias...

Última etapa de la Marcha Noroeste: Majadahonda-Madrid.

Tras una etapa de cansancio desde Collado Villalaba hasta Majadahonda donde ya inmersa en los malos humos de un Madrid contaminado por los gases tóxicos que hacen del cielo su infierno particular, en donde la vida muere al tall de las carreteras, se dispuso la Noroeste a descansar. Era un polideportivo grande, los del 15M de allí habían hecho todo lo posible para que estuviéramos cómodos, pero hacía mucho calor, y el hastió, las ganas de desconectar de todo leguaban en tod@s, ya no había viaje posible, no se quería terminar, incluso se quería volver a casa. Tantos esfuerzos para pasar aquel último día, el cual se sabía que era el último en el que la mayor parte de la Noroeste permanecería unida, al día siguiente de su llegada a Madrid la compañía comenzaría su inevitable y triste disgregación. Así pues, tras una tarde de asambleas, de descansos de cara a afrontar el último día de la marcha, se procedió a dormir en silencio. 

-Y me acuerdo que aquel día estaba más contentillo de lo normal, tras un esfuerzo físico agotador haciendo fotografías, decidí que ya no podía más, y opté por ponerme a tono yendo a un bar y consumir un par de cañas, tan solo para aliviar el dolor mental y el físico de unos pies a los cuales solo les faltaba llorar. Tras esto me fuí al polideportivo que estaba a un kilómetro de distancia, y caminando comencé a revivir por aquellas cuestas, despellejado por el calor, las torturas que a lo largo de mi viaje había padecido. Me acordé de mi llegada a Cerreiro, la última frontera entre la tierra de los sueños y la tediosa realidad de Castilla; recordé a las voces del más allá que susurraban a mis pies en mis últimos momentos en la subida desde Molina Seca a Rabanal, en una agonía en la que casi pierdo la vida debido al calor y a la dureza del camino; y más fuerte aún, recuerdo al vero Sol amanecer e inundar mi rostro en la salida hacía Villacastín, unido al dormitar de las pocas estrellas que en el cielo aún quedaban, mientras Júpiter y Venus aún custodiaban el dormitar de la Luna allá al fondo. Y cuando entré por la puerta ahí estaba parte de la compañía jugando al fútbol, y como saber sabía que al día siguiente nos esperaba un día bastante duro, opté por coger mi cámara y aunque físicamente estuviera cansado, hacer fotos durante un partido en el que me tiraba al suelo, fijaba ángulos de disparo, o ajustaba y des-ajustaba el diafragma ante los continuos cambios de luz habidos en la pista. Tras esto todo el cuerpo me dolía, y negándome a hacer la crónica del día, decidí que lo mejor era dejar la mente en blanco y esperar, esperar a que el día terminase y acostarme en una sala oscura, para reponer mi cuerpo. Por dentro ya no tenía esperanzas, no tenía ganas de ir a Madrid, me sentía cansado, desilusionado, no sabía el por qué, pero si sabía el cómo...-

Amaneció el último día en el que la compañía despertó a las seis de la mañana para a las siete salir. Todo se hizo con rapidez, con energía, pese a que muchos miembros ya habían causado baja debido a dolencias del cuerpo, algunos incluso pese a no poder caminar, a dolores de tobillo, rodilla etc, estaban dispuestos a afrontar la última etapa con fuerza. El camino se terminaba para comenzar otro, ahora bien, todavía había que acabarlo.

Y el vero Sol apoloniano despuntó con fiereza a lo lejos, en el infinito de los cielos de Majadahonda, y todo se tiñó de sombras, de sombras que iluminadas, caminaban hacía el más allá de un sueño que duramente había comenzado, y que ahora, con más de sesenta personas, se disponía a cumplirse.

Las autoridades nos habían impuesto un seguimiento, íbamos escoltados por la Guardia Civil de tráfico, y nos sentíamos como borregos, señalados, pero no nos importaba, nos daba igual. Había momentos en los que nos decían que debíamos ir por una carretera que ya no era paralela a la autopista, pero nosotr@s nos negábamos, no estábamos dispuestos a obedecer a mercenarios del sistema, pues entonces los coches no nos verían, y lo sabíamos, eramos conscientes de que nadie de arriba quería que estuviéramos ahí, pues si no estábamos, la manifestación convocada sobre la una podría fallar. Y hubo un momento de tensión, un benemerita paró y nos dijo que había que torcer por una carretera que ya no era paralela a la autovía, entonces uno de los nuestros se negó a ellos, comenzó a chillar que siguiéramos todos rectamente, rápidamente el benemérita bajose de la moto y le amenazó mediante previo forcejeo al que rápidamente salió el abogado que iba con nosotr@s de que le dejara en paz, de que teníamos todo el derecho a continuar por la carretera, que no molestaríamos a nadie. Y fue la presión conjunta la que hizo que el benemérita hiciera una llamada a su jefe y al final tras una pequeña conversación prosiguiera escoltándonos por nuestro camino.

Y al final, tras tres horas caminando y alguna que otra parada de descanso para aprovisionarnos de agua y alimentos, allí al fondo estaba la Moncloa, fuertemente custodiada por los anti-disturbios que nos esperaban. Teníamos miedo, ya la situación de tensión se palpaba a lo lejos, sabíamos que se podía liar, que habría problemas si no actuábamos con cabeza. Y es que el objetivo a parte de reivindicar nuestro mensaje era que el compañero Tolilas del que más de una vez hemos hablado en los capítulos anteriores, tenía que entregarle una carta en la que expone su situación de vivir en la calle, forzado por narices a vivir en un domicilio, y en la cual exige al presidente de este demacrado país Mariano Rajoy, un sitio donde poder dormir, ya que por ejemplo, la Moncloa es la casa de todos. Pero la Policia no nos dejaba, recuerdo que les teníamos en frente, con las porras en las manos, mirándonos con cara de supremacía, pero no, nosotros no teníamos miedo, nos daba igual, ya habíamos tenido que lidiar con ellos a lo largo de todo el camino, enfrentarnos a una sanción por manifestarnos, a ser fichados, ya poco nos importaba. Así que con un par, decidimos que para despertar al ser humano que había en ellos, primero había que dormitar a la bestia. Y decidimos coger nuestros calcetines sucios, rotos del camino, y enseñarselos para que los vieran, para que vieran que habíamos caminado también por ellos, que ese era nuestro esfuerzo, y que ellos también debían rebelarse tarde o temprano contra esta tiranía. Y comenzaron a sonreír, cuando comenzamos a citar las anécdotas del camino, como la del Alcalde que cierto día se creyó Julio Cesar y Cayo Mario a la vez y nos condujo por un derrotero de camino por la Castilla abrasadora. No solo eso, les ofrecimos cigarrillos, mal liados por los nervios pero bueno, se podían fumar, así como agua. Y comenzaron a sonreír, y sus ojos comenzaron a cambiar. Tan pronto como el jefe de la Policia dejó entrar a nuestros compañeros, en mi caso llamé a los de Tele Madrid para decirles que estabamos cerca de la Moncloa, y que tendrían la exclusiva del compañero Tolilas, el resto de miembros anti-disturbios comenzó a des-aflojarse y a quitarse los equipos de protección, y sus ojos comenzaron a transmitir humanidad. En mi caso me agradó mucho cuando uno de ellos fue corriendo a avisar a mis compañer@s de que la pancarta que estaba ahí arriba en el puente que cruzaba a pie la autovía, la dejasen cinco minutos más, el tiempo que necesitaba para realizar las fotos, cosa que me alegró. Tras esto, unos cuantos viendo la actitud pasiva de la policía decidimos hablar con ellos, contar nuestras propias experiencias, y preguntar como era posible, que si con nosotr@s se habían portado así, como era posible que durante todas las manifestaciones cargaran de forma tan indiscriminada contra gente que se manifestaba pacíficamente. Las respuestas no se hicieron esperar, y nos dijeron que dentro del cuerpo había mucho sujeto del agüero, y que todo eran órdenes, y que por pocos, pero mal de la cabeza, el resto de ellos debían de cargar con el desprecio que la población les profesaba, así como agresiones de vándalos, de infiltrados en las manifestaciones, que les forzaban a verse acorralados y defenderse de todo lo que vieran como intimidatorio. Llegó hasta tal punto la conversación, de que uno de ellos nos dijo que él cuando se quitaba el casco participaba en las movilizaciones y asambleas que el 15M de Madrid convocaba, y que aún sabiendo que debía de mantener su puesto de trabajo, a su mujer, si esto estallaba, él, sin su uniforme, participaría en el comienzo del final de un sistema que como funcionario, le estaba perjudicando en exceso.

Tras estas situaciones en las que la Noroeste de nuevo, se ganó el corazón de todos, incluso de una pequeña parte de la policía, y tras Tele Madrid haber entrevistado al compañero Tolilas, al final, a pocas decenas de metros, al fondo, nos esperaba la puerta de Alcalá, la entrada a Madrid, y al lado el parque donde descansaríamos. La alegría se hizo plena...

-Corrí como un gamo, de frente hacía la puerta, debía de cruzar el arco del triunfo, de cerrar una puerta y abrir otra. Tan rápido como corría comenzó en mi mente a surcar por mis ojos recuerdos del camino, de como comencé en solitario desde Santiago de Compostela, y como por cada paso que daba, recordaba todas las rutas, pueblos que había dejado atrás. Y entonces, pletórico, subí las escaleras, y noté mucho peso en mí, muchos recuerdos, muchas glorias, y hubo momentos por los que me costó subir de un peldaño a otro, hasta que al final, conseguí llegar a lo alto, y besar el mármol que lo formaba, y al pasar, al otro lado del arco, y me sentí vacío, todo lo que había hecho había perdido el sentido. Caminé sonriente pero mudo, y con cierta rabia al verme en un principio vacío, pues me esperé en su momento felicitaciones, mientras a todos les veía sonreír, saltando juntos. Me senté alejado de las sonrisas, sin ganas de nada, hundido, quizás porque no tenía energías. Y tan pronto como descansamos gracias a la avanzadilla del 15M Madrid que nos había preparado pancartas de bien venida, comenzó la manifestación hacía el Ministerio de Trabajo. Y entonces, en ese momento me costó andar, no me sentía receptivo a nada, sentía como si todo el mundo me rechazara. Y caí en la cuenta de que solo eran ilusiones, de que había cumplido mi deber, y que mi deber lo había cumplido porque debía de cumplirlo como tal, que lo había hecho sin esperar nada a cambio, y que era lo poco que de mi ego quedaba, aquello que me incitaba a pedir sin sentido. Entonces, sin pensar, caí en la cuenta de que debía de seguir caminando, de que el camino había terminado y otro había comenzado, la lucha seguía, la lucha por la libertad, la lucha por la dignidad. Y me dispuse a seguir caminando, a realizar todas las fotografías que pudiera, y volví a sentir lleno por dentro, de esperanza, de humanidad. Y me acordé de alguien que en el camino me había dicho, que no hay mayor gloria en el camino que la que muere en él...Gracias...-

Durante nuestro recorrido por las calles de Madrid, varias columnas de personas se nos fueron uniendo, entre gritos de alegría, saltos, una manifestación que había comenzado con menos de cien personas, y que a medio camino de su unión con el resto de columnas que habían venido de toda España, era ya de casio medio centenar, algo que sin duda, a los miembros de la Noroeste nos asombró muchisimo, pues esperamos en su momento cuando comenzamos, ser siquiera un centenar. Y al final, allá al fondo, con mucho calor, las voces, los ecos de la gente, se fundieron en abrazos, en saltos, por fin todas las columnas se habían reunido, estaban juntas para decir a nuestros odiados políticos: ¡BASTA!

Durante el recorrido decidimos hacer una breve visita, ya, tod@s que eramos unas dos mil personas aproximadamente, al Congreso de los Diputados, fuertemente blindado por los anti-disturbios, que esperaban la menor para cargar. Tras esto, se acercó la hora de la comida en donde nos ofrecieron alimento a tod@s desde varías asambleas de Madrid. Bocadillos, queso, arroz, verdura para vegetarianos, sin duda comida y un tiempo libre para recuperarnos de una mañana muy intensa, digna de los mejores restaurantes de la ciudad, charlando todo el mundo, sonriendo, con música y poesía, era el paraíso aquel lugar llamado Prado. 

Tras tres horas descansando, en la que pudimos ser testigos oyentes de como a un chaval los anti-disturbios, al menos su jefe, le había roto un dedo sencillamente porque le había tocado a él en las manifestaciones de la semana pasada, y que sin mediar palabra se abalanzó sobre él y le pegó una soberana paliza dejándole moratones, y seguramente el dedo inmóvil para siempre. Tres horas en las que además según hablamos con los madrileños, nos contaron que a poco estaba de prenderse la mecha de la revolución, que Madrid ardería en breve, y que los políticos lo sabían, y así pues estaban blindando y pagando a todos los cuerpos de seguridad que tuvieran a su alcance para evitarlo. Algo que sin duda era muy sospechoso, pues ellos,con todos los recortes eran conscientes de que no iban a poder parar a hordas y hordas de civiles dispuestos a quemar el Congreso. Algo raro pasaba, pues las élites sabían que todo esto pasaría, algo nos estaban ocultando. Y muchos sabíamos, que todas estas protestas eran un teatro, un teatro del que nos aprovechábamos para sacar tajada y despertar a las pocas personas que fueran humanas. Pues muchos eran los motivos de estas protestas, fundamentalmente el económico, y es que el dinero no se come, es un medio, es cierto, pero nada más. Para comer hay que ser libres, y eso era algo que se estaba relegando a un plano muy silenciado por todos generalmente,¿por qué?

Y comenzó la manifestación en la que se pasó por la Cibeles, en dirección hacía Gran Vía que se cortó debido ahora sí, a las miles de personas que cabreadas, se habían dado cita. Miles y miles de personas, de todas las edades, culturas, tendencias sociales, que unidas, compartían el recurso más vital que el ayuntamiento de Madrid quiere capitalizar, el agua. Era un climax de libertad, todos sonreían, no se conocían, pero eran felices, y eso era, lo que en el fondo importaba, en aquellos bellos momentos, que tod@s los que allí estábamos en dirección hacía Sol, más allá del sentir común de la protesta, eramos felices, nos dábamos abrazos, sonreíamos, eso era lo verdaderamente importante...

Ya nada más llegar a Sol, en la que apenas cabía un alfiler, nos reunimos para hacer la asamblea, dedicada como no, a la Noroeste. Y varios miembros en un climax de generosidad en donde todo se compartía, salimos a hablar, a hablar contra el Nuevo Orden Mundial, sobre la necesidad de reivindicar nuestra humanidad, sobre lo que habíamos vivido, y sobre todo, el buen trato que se nos había dado por parte de todos los madrileños.

-Y tan pronto como hice alusión a nuestra condición como seres humanos, opté por incitar a todo el mundo a abrazar al compañer@ que tenían al lado, a sentir su calor interno, su amor, y espeté las palabras de que toda revolución a de hacerse con la humanidad. Ver a todo Sol abrazarse los unos a los otros, sin duda fue hermoso, aquello respiraba humanidad, paz, era como no ver a las personas si no captar su aura, su luz interior, y ver como nadie tenía maldad. Fue inmenso, y por momentos el tiempo se congeló, era tan maravilloso...-

Tras la asamblea, cansados, decidimos ir a Patio Maravillas, un bloque de pisos vacíos del ayuntamiento que ahora, con cinco años de antigüedad, eran parte de la asociación con el mismo nombre que había hecho de un bloque de pisos en ruinas, un bloque hermoso. Lo habían pintado, decorado, arreglado su fallos estructurales, y lo habían transformado en un bar, en donde todas las tardes, los jóvenes y mayores madrileños se daban cita en ese espacio en donde la libertad para las palabras, convergía con la libertad para las cañas y los cigarrillos fumados, en un ambiente de paz. Y allí, tras una cena copiosa por parte de todos, celebrándolo todos los miembros de todas las marchas que allí se daban cita, en hermandad, nos dispusimos a cenar, y después, a celebrarlo, llorando, entre tragos y tragos de cerveza, en paz, compartiendo ideas sobre la necesidad de cambiar esto para bien. Sin duda a caso particular y general, fue una de las mejores bienvenidas y de las mejores cenas con grandes personas, en humanidad, que nunca olvidaré y que la mayoría no olvidarán. Ya el hecho de que después nos fuimos a un primer piso a oscuras a intercambiar nuestras opiniones, en paz, bebiendo para relajar, a la vera de las luces de las farolas. Ya el hecho de dormir todos en el segundo piso izquda. junt@s, tras un día agotador, compartiéndolo todo...Fue increíble...

El viaje había comenzado, el viaje hacía nuestra humanidad, ahora tocaba durante los tres siguientes días, sentar las bases de nuestra lucha para cuando todos los miembros de todas las compañías de desempleados que habían llegado a Madrid, en los próximos tres días, se disgregasen yendo cada un@ a su hogar para continuar la lucha con sus propios medios. Y tras un mes y pico de caminata, tras haber afrontado toda la dureza de cientos y cientos de kilómetros, era hora de continuar, de continuar hasta el final. Ahora realmente comenzaba la lucha, una lucha que sería sin cuartel y en la que muchisimas personas serían brutalmente asesinadas por un sistema anti-democrático y represor. Y aún estaba el tema de Londes 2012 y la III Guerra Mundial de la cual, a los que la predicabamos, se nos tachaba de conspiranoicos, pero ahí estaba. Era evidente que para ganar a la élite quedaba una larga batalla que todavía no había comenzado siquiera. Era cuestión de todo o nada. Por ello, por primera vez en mucho tiempo, decidimos desconectar, olvidarnos del incierto y triste mañana, y vivir el bello presente que con nuestros corazones habíamos conquistado...

FIN



















































































































































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